21 noviembre, 2024

3 comentarios en «¿Valen las vacunas el riesgo?»

  1. Don Luís, dejeme decirle que usted tiene una gran habilidad lingüistica para dar vuelta los argumentos. Su erudita verborrea solo logra confundir a aquellos incautos que les da flojera efectuar una investigación personal y solo se dedican a replicar como periquitos bulos como los escritos por usted.
    Los peyorativamente llamados «antivacunas» no son otra cosa que grupos de padres con hijos dañados por diferentes vacunas y que debido a estos efectos adversos empesaron una larga busqueda e investigación para poder entender que les estaba ocurriendo a sus bebes y niños.
    Esa información siempre debio haber sido entregada por quienes fueron supuestamente preparados para explicar, contener y buscar una solución. Me refiero a médicos pediatras y médicos en general. Sin embargo la mayoria a dejado de dar cumplimiento al juramento hipocrático.

    Creo que usted es un buen psicólogo de masas, pero sabe poco o nada de inmunología y derechos civiles. Prefiero pensar que es ignorante en estos temas y no que deliberadamente esta engañando a su público. Esto último sería de una desidia tremenda considerando que hablamos de la salud y bienestar de niños principalmente.

    Le agradesco que dejara claro el hecho histórico que el «movimiento antivacunas» comenzo en los días de Jenner y no con el dr. Wakefield como pregonan la mayoria de los bloggeros de su clase.

    Creo que hoy en vista de la actual situación de pandemias de autismo y enfermedades autoinmunes no le hace un favor nadie con principios en este planeta.
    Usted con estas publicaciones solo está protegiendo corporaciones farmacéuticas y el bolsillo de ellos.
    El servilismo a ellos y a todos los lobbystas de la Industria ya es un secreto a voces.
    El tiempo y la historia juzgara quienes en realidad estubieron del ‘lado obscuro de la fuerza’. 😒

    1. Saludos cordiales, estimado Iván. Gracias por su vehemente retroalimentación. Dado lo profuso y difuso de su peyorativa, paso a referirme a lo que percibo sus principales líneas argumentativas:

      a) Me endilga el ser el propagador de argumentos oscuros y a llenarme de descalificaciones ad-hominem, pero no se toma usted la más mínima molestia de adjuntar la evidencia que respalde sus contra argumentos. Eso, mi querido amigo, es precisamente marca de fábrica de los movimientos pseudocientíficos, entre los cuales, sí, no se lo niego, coloco al tronco principal de los antivacunas. En ese sentido, por lo visto usted tampoco se toma muy en serio eso de realizar «una investigación personal».

      b) Los movimientos antivacunas, me temo, mi estimado Iván, son mucho más complejos que simplemente grupos de padres con hijos dañados con diferentes vacunas. Apartando a este grupo, que tiene legítimamente su derecho a hacerse oír con la evidencia del caso, tenemos también incluido el lobby legal antivacunas que lucra de estos padres desesperados con litigios millonarios e interminables, propagadores de pseudoterapias alternativas que no superan el margen placebo en los estudios de laboratorio, y movimientos con intenciones de control político que usan a su vez pseudo argumentos que van desde lo dizque científico hasta lo dizque religioso.

      c) Partiendo de su legítima preocupación por padres preocupados por daños que las vacunas eventualmente le hubiesen causado a sus seres queridos, tenemos el problema de sus defensores en alta voz no han logrado fundamentarse o presentar estudios con el rigor científico adecuado a la fecha, con profundos problemas de replicabilidad, diseño, control de variables extrañas entre otros. El problema, mi muy querido Iván, no es que no pueda haber una supuesta relación causal entre una vacuna y el autismo, para citar el ejemplo que le desvela. Es que la supuesta evidencia contundente que dicen tener, nunca termina de aparecer por ningún lado.

      d) Con respecto a los médicos, los acusa usted mayormente de faltar por interés a su deber médico. Es propio de los movimientos antisistema hacer acusaciones generalizadas y anónimas. No daremos espirales en este punto: es importante las evidencias y las denuncias formales en este punto. EL grueso de los médicos que conozco y con los que he trabajado, dan información variada y responsable a sus pacientes y desestiman medicamentos y tratamientos cuando tienen dudas.

      e) En cuanto a que soy un buen psicólogo de masas: Gracias por el elogio, pero está en un error. Mi canal de comunicación es escrito, y las masas no leen.

      f) Con respecto a mis conocimientos escasos de inmunología y derechos civiles: Lo siento. Me asesoro muy bien antes de plantear una postura. Y escucho los pros y los contras bien fundamentados (hago una excepción con usted pues su único recurso es la descalificación personal).

      g) En cuanto a mi ignorancia en temas o mi eventual intención de engañar a mi público: Ni uno ni otro. Me informo y me esmero por la salud de mis congéneres. No pierda su tiempo intentando brindarme esa falso beneficio de la duda por parte suya.

      h) Con respecto a su agradecimiento por señalar el hecho histórico de que los antivacunas arrancaron con Jenner: Con gusto. Paradójicamente, nada mal para alguien a quien usted acusa de no informarme, ¿no?

      i) Con respecto a su aseveración de pandemias de autismo y enfermedades autoinmunes: Se está lejos de llegar a un consenso sobre la naturaleza etiogénica del trastorno autista y de las enfermedades autoinmunes. En el caso del primero, las teorías del gen susceptible con activación ambiental siguen siendo las de mayor poder explicativo (lo sé porque trabajé muchos años en educación). En cuanto a las enfermedades autoinmunes, actualmente se suele manejar el mismo marco teórico. Las teorías que tienden a asociarlas con infecciones de naturaleza bacteriana o viral, las cuales plantean que precisamente los procesos autoinmunes surgen del descontrol en una respuesta inmunitaria inducida contra el antígeno microbiano (y que harían las delicias de los antivacunas) han ido siendo dejadas a un lado (si bien no descartadas del todo), para valorar lo que son actualmente las hipótesis principales de trabajo, en general ligadas a las disfunciones de la tasa de permeabilidad intestinal.

      j) «Usted con estas publicaciones solo está protegiendo corporaciones farmacéuticas y el bolsillo de ellos»: Si se toma la más leve molestia de leer mi artículo, o lo hizo y lo pasó por alto, en este punto reconozco el peso del lobby farmacéutico y por el contrario insisto en la importancia de una adecuada regulación institucional en materia de salud. Adicionalmente, no tengo ningún interés en protegerlos. Tampoco me debo al bolsillo de ellos. Casos abundan de egoísmo por parte de estas corporaciones, pero llamativamente con medicamentos diseñados para enfermedades específicas y no vacunas. «Mi compromiso principal es con los accionistas», declaró públicamente un famoso CEO, si mal no recuerdo de Bayer.

      k) «El servilismo a ellos y a todos los lobbystas de la Industria ya es un secreto a voces». Estimado Iván. El peso de las farmacéuticas nadie en sus cinco sentidos lo niega. El punto es una gestión que permita a) que los intereses de las farmacéuticas (que tienen el know-how, la experiencia y las tecnologías de producción) no se cartelicen, y b) que los sistemas de salud públicos velen efectivamente por la adecuada gestión de las vacunas. E

      l) «El tiempo y la historia juzgara quienes en realidad estubieron del ‘lado obscuro de la fuerza’»: El tiempo y la historia ya lo están haciendo y el balance es positivo: erradicación de enfermedades que atormentaron los cuerpos y los temores de nuestros antepasados durante siglos; un fuerte aumento de la curva poblacional a partir de la implementación cruzada de las vacunas junto a los antibióticos; c) una democratización de la salud al permitir una mejoría en la salud pública mediante la prevención en vez de la atención terciaria a quienes han sufrido el impacto de estas enfermedades, lo cual es más barato.

      Si desea combatir al «lado obscuro de la fuerza», mi querido Iván, es importante que dejen de citar estudios que nunca aparecen, víctimas masivas de las que nunca dan nombres ni referencia, evidencias que no se encuentran, repartir descalificaciones en vez de plantear contra argumentos sólidos y justificar todo ello con ubicuas conspiraciones superiores que borran evidencia y mueven hilos.

      Agradezco su valiosa retroalimentación y el tiempo que se ha tomado para refutarme.

      De usted respetuosamente,

      Luis Diego Guillén.

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